ARBITROS PROTAGONISTAS

Mediante la presente queremos comunicaros la desacertada actuación arbitral que vivimos el pasado domingo día 10 de abril en el Polideportivo Berrio-Otxoa, en el partido correspondiente a la jornada 28, que enfrentaba a nuestro equipo sénior de la 2º territorial contra Muskiz. En dicho partido por desgracia tuvimos que ver como una persona puede ser capaz de condicionar un partido, y no hablamos de ningún jugador capaz de meter él solo todos los goles del encuentro, ni de porteros que todo lo paran, sino un colegiado previamente titulado para ello, que apenas se movió de la zona central de la banda desde donde por lo visto todo lo controlaba. Pero a mitad de la segunda parte, pudimos darnos cuenta de que esa posición no debía de ser la más acertada para llevar el partido por buen camino, y es que en un balón bombeado de uno de los jugadores del Muskiz con dirección al segundo palo, fue rematado al más puro estilo voleibol por un jugador que de haberlo visto el árbitro hubiera sido sancionado con la que sería la segunda tarjeta amarilla, pues bien todo el pabellón salvo el señor colegiado vieron tal manotazo, este con un doble pitido señaló el círculo central dando por valido el gol, y señalando la cabeza como parte con la que había rematado el jugador del Muskiz sin ningún tipo de duda. Una vez terminado el partido uno de nuestros jugadores se dirigió a él cuando estaba junto al entrenador visitante, y le invitó a que preguntara con que parte del cuerpo había metido el gol el equipo Muskiz, y el entrenador claramente contestó que con la mano. Esto no fue el único error del colegiado, en un partido que no que no tuvo mayores complicaciones que las que quiso ofrecer el colegiado del encuentro, pero sí el más grave ya que de jugar el equipo local con un jugador más con un 1-2 en contra lo tuvo que hacer contra 5 y un 1-3 desfavorable.

A parte de esta jugada el señor colegiado contestó en una ocasión a uno de nuestros jugadores que se disponía a pedir pasos con ¨pídeme antes lo pasos subnormal¨, perdonó una tarjeta amarilla a un jugador de Muskiz que impidió el saque de banda local, a pesar de indicarlo el reglamento, y perdonó una tarjeta al equipo visitante con las palabras ¨antes también se la he perdonado a un compañero vuestro¨. Y si todo esto suena mal, no mucho mejor lo hace que el delegado de nuestro equipo fuera expulsado por el señor colegiado cuando estaba pidiendo explicaciones de manera tranquila a este, y después de haber sido expulsado y pedirle explicaciones por tal extraña expulsión este le contestara ¨estas expulsado porque antes has salido al campo (jugada de la que habían pasado casi 3 minutos) pero te puedes quedar si estás ahí sentado¨ si señores después de haber sido expulsado y a cambio de buena conducta le perdono la roja!!! Y claro después de todo esto tenía que llegar la ley de la compensación, al dar faltas inexistentes a nuestro equipo y quitárselas al equipo visitante cuando eran más claras que el gol con la mano que metieron.


Este mismo árbitro no vio un puñetazo que le propinaron a nuestro entrenador del equipo juvenil en la pasada jornada frente a Sestao, y no enseñó ni una sola tarjeta a ningún jugador cuando incluso debía de haber sido expulsado más de uno por ambos lados.

Y casualidades de la vida este mismo colegiado en un partido que nos enfrentó a Goiztiri se situó en medio de un saque de córner, y tras golpearle el balón, y uno de nuestros jugadores pedirle explicaciones por tan mala colocación en el campo, este contestó con las palabras ¨la próxima vez que tu compañero haga mejor el pase¨

Entendemos la escasez de personal dispuesto a pitar partidos, pero no podemos consentir que estas situaciones se den casi todos los fines de semana en los campos vizcaínos, porque siempre terminan sonando los mismos nombres de colegiados en todos los clubes, y como hay jugadores que son sancionados por malas actuaciones en partidos, ¿Por qué no deben ser castigados los árbitros? sabemos que todos podemos cometer errores pero hay situaciones que no se pueden permitir como ser el único en todo un pabellón en no ver un clamoroso gol con la mano por encima de la cabeza.

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